En este blog hablé sobre lo que significa vivir en continua conversión. Esta vez ofreceré algunas recomendaciones para poder vivir auténticamente de dicha forma.
Todo lo que voy a compartir con ustedes no es una novedad. Es algo que ha sido enseñado por nuestra Iglesia Católica a lo largo de los siglos; que ha sido utilizado por muchos santas y santos y fieles devotos que han querido vivir el camino de la continua conversión.
En mi caso, el primer acercamiento a estas recomendaciones fue gracias al acompañamiento de mi primer director espiritual, un hombre sabio y sencillo que supo confiar en mí y me motivó a ser mejor cada día. Más adelante, fui aprendiendo de otras experiencias y de los testimonios de vida de personas significativas en mi caminar. ¿Conoces a alguien que te ha motivado a ser mejor y a amar más a Dios? De seguro que sí, valórala o valóralo: son tesoros que el Señor nos envía.
Ahora bien, ¿Cómo poder estar en una actitud que siempre nos lleve a cambiar las cosas que nos alejan de Dios? ¿Cómo vencer los obstáculos que ponemos a la gracia infinita que Él nos quiere regalar?
1) Vive el momento presente
En nuestro agitado mundo tenemos la gran tentación de querer controlarlo todo: nuestro pasado, presente y futuro. Nos pasamos el día pensando en lo que tenemos que hacer “después”, “mañana”, “la semana siguiente”, “el mes, el año, los años siguientes”. Sin embargo, cada día es un don de Dios, por algo Él nos tiene todavía aquí en la Tierra y no allá en el cielo. Hay una razón y un propósito por el cual Dios nos mantiene viviendo el MOMENTO PRESENTE. Aunque nuestra vida camine hacia lo eterno no debemos olvidar que Dios nos da la capacidad de vivir en 24 horas, no más, por eso dormimos y nos levantamos, para diferenciar que pasó un día (puede parecer tonto, pero muchas veces esto tan simple se nos olvida). El sacerdote Louis-Marie Parent, en su libro El momento presente, dice: “El momento presente es el grano de mostaza que hace germinar la vida espiritual. Él tiene la propiedad de ponernos los pies en tierra en la realidad y la cabeza en el cielo”. Esto nos muestra que vivir el presente nos ayudará en nuestra continua conversión, pues sabremos siempre aprovechar las 24 horas del día que Dios nos regala, teniendo en cuenta que lo que hagamos determinará también nuestro futuro. El mismo Jesús nos advirtió del peligro de la ansiedad por el control y el agobio del futuro: “No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas” (Mt. 6, 34).
2) Organiza y planifica tu día
Vivir bien el momento presente no quiere decir que nos levantaremos y diremos: “Ok, aquí estoy, que venga lo que venga”. Tampoco quiere decir que nunca realizaremos planes, ni nos organizaremos. Ten una agenda, calendario o libreta para anotar las tareas: sé responsable con los plazos que establezcas, pero tampoco seas esclavo de ellos. Si no pudiste realizar algo por una razón válida, ten calma, mañana lo podrás hacer. Esta recomendación no es un mero consejo organizacional o superficial. El organizar y planificar tu día te permitirá ser disciplinado y responsable con tus compromisos, y algo más importante: te permitirá reservar los tiempos necesarios para el siguiente punto.
3) Haz oración
Si nos pasamos todo nuestro día haciendo cosas y no nos detenemos a hablar con Dios será muy difícil disfrutar verdaderamente el momento presente y vivir en continua conversión. El tema de la oración en nuestro día a día es sumamente necesario e interesante.
4) Confiésate
El sacramento de la confesión es un regalo valiosísimo que nuestro Señor nos dejó. Es un tesoro y una muestra de la infinita misericordia de Dios para con sus hijos. No tengas miedo, no te avergüences, todos somos pecadores y no hay pecado tan novedoso ni tan diferente que un sacerdote no haya escuchado. Acude a él y pídele que te confiese. Si puedes hacerlo cada dos semanas o una vez al mes, ¡mucho mejor! Esto te ayudará inmensamente.
5) Busca un acompañante espiritual
Cuando comenzamos a comprometernos a cambiar de estilo de vida y a ser personas nuevas no podemos olvidar el acompañamiento de una persona virtuosa y de fe. Puede ser un sacerdote, una hermana(o) religiosa(o), un laico(a) comprometido(a). Este tipo de personas que viven lo que creen y predican pueden ayudarte en tu caminar espiritual.
6) Edúcate en la fe
A veces nos quejamos de que no sabemos cómo defender la fe, o que no conocemos muchas cosas sobre ella. No podemos quedarnos con lo que aprendimos en los cursos de Catecismo cuando niños. Ya hemos ido creciendo y necesitamos ampliar nuestro conocimiento en las cosas de Dios. Lee el Catecismo de la Iglesia Católica, lee documentos redactados por nuestros Papas, lee libros de autores fieles a la doctrina católica.
7) Ten amistades sanas y que compartan tu misma fe e ideales
Rodearte de personas con tus mismas creencias e ideales fortalecerá tu deseo de ser virtuoso y convertirte constantemente. Unos a otros se motivarán a ser mejores y a comprenderse en sus caídas.
8) Ríete de ti mismo
A veces tomamos demasiado en serio situaciones que no lo son. Aprende a reírte de tu forma de ser, de tus defectos. Esto es una actitud muy sana, pues el enojarnos y lastimarnos a nosotras mismos puede dejar consecuencias perjudiciales a nuestra salud mental.
9) Perdónate
Cuando nos confesamos Dios ya nos ha perdonado, pero hay ocasiones en que los pensamientos de culpa nos invaden, no paramos de repetirnos nuestros pecados hasta el cansancio y no nos perdonamos. Dios es un Dios de amor, de perdón y misericordia. Por eso no olvides lo siguiente:
11) Confía en Dios infinitamente
No importa las veces que hayas caído, levántate con más fuerzas, mil veces más, acude a sus sacramentos y recibe su gracia. Como dijo el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: “Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia”. Confía en su amor, en su perdón y ten paz en tu corazón.
12) Ten un corazón alegre y enamorado
Si no te alegras de ser hijo de Dios y no te enamoras de Él será muy difícil caminar en continua conversión. Un corazón enamorado se alegra con la persona amada, la busca, la necesita, la anhela. Sin amor no hay alegría, no hay felicidad. Pero, esto se lo debemos pedir también al Señor, pues ¿cómo enamorarnos del Amor por nuestra propia cuenta?
Y así le decimos:
Señor dame un corazón enamorado, que se alegre de saberse tuyo. Dame un corazón lleno de amor capaz de amarte a TI, a mí y a mis hermanos. Un corazón alegre y enamorado es lo que necesito para perseverar y vivir en continua conversión. Aumenta en mí la llama de tu amor y que mi corazón arda al saber poner todos los medios necesarios para encontrarte, si Tú lo permites. Gracias por amarme y por quererme solo para ti. Amén.
By Glorian