ESPOSOS VIRTUOSOS #8 Beata Victoria Rasoamanarivo

Esposos Virtuosos.  Este es el octavo post de una serie de 10.  En esta serie se presenta la vida de 10 esposos con historias marcadas por un camino especial de santidad.  Estas historias son presentadas en el libro Esposos y santos: Diez caminos de santidad conyugal, escrito por Ludmila y Stanislaw Grygiel.  El material que se presenta consta de breves extractos del libro. Es solo una “probadita”, los invitamos a todos a seguir conociendo más de cerca a estas testigos del amor verdadero.  El objetivo para compartirlo es inspirar a las parejas de novios y de esposos a seguir creciendo en virtudes y en su vida en común, a soñar y a hacer dichos sueños realidad, siempre de la mano de Dios, haciendo su voluntad.

Durante nuestro noviazgo deseábamos conocer historias nuevas de esposos santos y se nos hizo un poco difícil lograrlo pues no encontramos mucho material relacionado con parejas más modernas y que no fueran de los primeros siglos de la era cristiana. Pero, por providencia divina descubrimos este libro en la Librería Paulinas Puerto Rico. Son 10 historias impactantes, reales e inspiradoras. Algunos de ellos no están canonizados, sin embargo, muestran un testimonio digno de conocer y compartir. Anhelamos que los inspiren tanto como a nosotros. #SeamosVirtuosos

Victoria

Malgache (de Madagascar)

Victoria: (1848-1894)

Esta historia también merece un tratado especial de las demás que se han publicado en la serie #EspososVirtuosos.  La vida de Victoria no fue una fácil ni su matrimonio uno similar a lo que se suele pensar cuando se habla de unos “esposos santos”.  Es por eso que quien narra la historia (Antonio María Sicari, un sacerdote de la orden de los Carmelitas Descalzos) expone: “En una familia normal ocurren, por lo general, dos situaciones.  Cuando el sacramento se vive bien y produce evidentes frutos de gracia, cuando los dos se aman con fidelidad, viven en la fe, se ayudan mutuamente, y educan bien a sus hijos, hay en su vida conyugal una evidente forma interior de “virginidad” que orienta a todos los miembros de la familia hacia Dios.  Pero a veces ocurre que se viven experiencias dramáticas: experiencias de soledad, de incomprensión, o incluso de traición; son sufrimientos que dañan a la familia; pueden ocurrir experiencias de confusión o fracaso en la educación de los hijos, y otros mil dramas.  Y a veces, las dos situaciones se mezclan o se alternan en diferentes periodos”.

“Victoria nació en plena tempestad política del territorio Madagascar.  Pero el sufrimiento no la toca: aunque no perteneciera por lazos de sangre a la familia real, su tío abuelo era el príncipe consorte de la reina y el primer ministro y comandante en jefe del ejército…  Victoria es una privilegiada, es una pequeña pagana que vive segura a la sombre de la corte, de sus rituales y de sus diversiones.  Pero es privilegiada porque en su casa tuvo la oportunidad de encontrarse, sin saberlo, con el primer sacerdote católico de Madagascar”.

“Aprendió el catecismo con rapidez.  Al final del primer año de escuela, ya se pudo ofrecer voluntariamente para sustituir a un misionero enfermo para enseñar a los esclavos.  Y ofrecerse así ya significaba haber acogido en el corazón el mensaje cristiano.  Fue bautizada a sus casi 16 años.  Seis meses después recibió su Primera Comunión junto a otras 20 compañeras (¡fue la primera celebración de este tipo en Madagascar!).  En el mismo año se casó con su primo Radriaka, que era el hijo mayor del comandante en jefe del ejército, el tío que ocuparía después de unos meses también el cargo de primer ministro.  Así Victoria se convirtió en la sobrina favorita y en la nuera del personaje más poderoso del reino: Rainilairivony”.

“Parecía que tenía preparada una existencia feliz, pero debía, en cambio, madurar en el sufrimiento: en el personal y en el de su pueblo.  En aquel tiempo la situación religiosa estaba estrechamente entrelazada con la política: Francia e Inglaterra luchaban por conseguir la alianza con Madagascar, alternando ofertas y amenazas, y tratando de perjudicarse el uno al otro”.

“El marido de Victoria resultó ser indigno.  Por la tarde regresaba a casa solo para quitarse el uniforme oficial superior (mandaba sobre una parte del ejército malgache), se ponía un sencillo lamba, y salía en busca de aventuras: emborracharse con ron, frecuentar prostitutas y derrochar dinero en el juego, eran sus vicios habituales y favoritos.  A veces desaparecía durante semanas y, cuando regresaba, estaba hecho una piltrafa.  De acuerdo con la reina, el primer ministro ofreció inmediatamente a Victoria disolver aquel matrimonio tan indigno.  Pero ella se negó.  Se arrojó a los pies de la soberana y le rogó: “El matrimonio cristiano es indisoluble.  Fue establecido por Dios y bendecido por la Iglesia.  Los hombres no tienen poder alguno sobre ello”.  Se perciben en esta respuesta las fórmulas aprendidas de memoria en el catecismo, pero es conmovedor escucharlas de una joven mujer bautizada sólo desde hace unos pocos años y que vive en un ambiente donde la mentalidad cristiana está lejos de ser la común”.

“Su esposo, Radriaka, se comportó así durante los 24 años de matrimonio hasta su muerte, que ocurrirá precisamente a causa de sus aventuras.  No tenía miedo ni siquiera de llevarse a casa a las amantes cuando pensaba que no iba a ser descubierto.  Sus presas eran también las esclavas de la casa, cuando conseguía escaparse de la vigilancia de su mujer”.

“Hemos hablado de aquella “virginidad” con la cual, también un solo cónyuge, puede “honrar” el sacramento conyugal recibido, cuando la otra parte se niega a vivirlo y declara, por su cuenta, el fracaso de la unión.  Esto ciertamente no puede hacernos olvidar las tragedias y los sufrimientos del cónyuge fiel, ni la ardua búsqueda con la que debe conciliar cada vez más la defensa de su propia dignidad con la disponibilidad inagotable del perdón”.

“Una vida tan disoluta era universalmente conocida.  Sin embargo, las decenas de testigos que fueron interrogados en el momento de los procesos canónicos, están de acuerdo en que nunca, ni una sola vez, oyeron a Victoria quejarse de su marido, faltarle al respeto o hablar mal de él.  Sólo rezaba por él y hacía rezar a los demás”.

“Ninguna mujer ha sufrido tanto como ella en el matrimonio” -testimoniará una compañera de esos años, que más tarde se convirtió en una religiosa malgache-.  Lo decían todos.  En la ciudad se había convertido en una especie de proverbio.  Cuando alguna joven esposa no se llevaba bien con su marido y los familiares querían convencerla para que se divorciara, le decían: “No seas estúpida como Victoria Rasoamanarivo; no sufras tanto como ella.  ¡Abandónalo!”.

“Su esposo murió en sus brazos luego de haber sido gravemente herido al caer borracho desde el balcón de la casa de una amante.  Victoria tenía 40 años.  Más tarde murió después de una breve enfermedad, debida a frecuentes hemorragias”.

“Parece como que Dios haya querido colocar esta dolorosa historia familiar de Rasoamanarivo en los orígenes de la historia cristiana de Madagascar.  No solo por su fuerza ejemplar y pedagógica, propia de una experiencia semejante, sino también porque los acontecimientos van a hacer de Victoria “la madre de todos los católicos”.

“La historia de Rasoamanarivo es, en cierto modo, particularmente miserable: a la infidelidad del cónyuge se añade la indignidad social en la que la mujer (una princesa real) es abandonada; todo ello queda agravado por el drama de la infertilidad, por las humillaciones de la persecución, por el desprecio religioso, y por la privación de toda guía espiritual y de los sacramentos”.  [Estas situaciones surgieron debido a la crisis político-religiosa que había en Madagascar.] [Para conocer más de la historia diríjanse al libro que mencionamos al inicio y final de este post].

“Ciertamente, la historia de la princesa malgache sigue siendo excepcional e inimitable.  Sin embargo, ella nos revela la lógica de Dios: la criatura eventualmente humillada en su amor conyugal y familiar no debe pensar que su lugar vocacional esté en los bordes de la Iglesia, como si viviese bajo la amenaza de ser expulsada fuera por la culpa de las infidelidades de sus familiares, o como si solo se le concediera en la Iglesia un espacio residual o marginal.  Por el contrario, ella puede y debe permanecer agarrada a la raíz, colocada junto al corazón, allí donde el mismo Jesús -que concedió el sacramento conyugal (y quiere que este sea honrado)- está “obligado” (¡sit venia verbis!) a honrar esa parte del sacramento que le corresponde.  Los santos han contado a menudo hasta qué punto Él sabe ser fiel y creativo”.

Nuestra experiencia al conocer la vida de Victoria

Es fascinante y sorprendente la forma en que el autor trabaja esta historia.  Tiene muchísimos detalles históricos, tanto de Madagascar como de la vida de la Beata Victoria.  Puede uno preguntarse: ¿qué hace este tipo de testimonio en un libro como este?; pero luego de reflexionar mucho entendemos que fue una buena elección ya que presenta el tesón y la fortaleza que tuvo esta mujer ante las presiones sociales, políticas y religiosas y de su esposo.  Ella luchó por permanecer fiel y con la ayuda y gracia de Dios lo logró.  Al conocer la vida de Victoria y de su esposo Radriaka nos quedamos pensando en esos matrimonios (que son muchos) que sufren por las infidelidades y por la falta de compromiso con el otro.  Valoramos el aporte y la actitud de Victoria pues deja un ejemplo para todos aquellos cónyuges (tanto hombres como mujeres) que pasan por situaciones similares y deciden seguir siendo fieles, aunque cueste burlas e incomprensiones, que incluso a veces vienen de las personas más queridas.  Nos ayuda en nuestra realidad matrimonial a seguir dando todo por el otro y a decidir a amar siempre, confiando en Dios y cada día muriendo a nosotros mismos.

Entra aquí para ver la historia #1 – Raisa y Jacques Maritain

Entra aquí para ver la historia #2 – Luigi y María Beltrame Quattrocchi

Entra aquí para ver la historia #3 – Gianna Beretta Molla y Pietro Molla

Entra aquí para ver la historia #4 – Franz y Franziska Jagerstatter

Entra aquí para ver la historia #5 – Wiktoria y Józef Ulma

Entra aquí para ver la historia #6 – Giovanni Gheddo y Rosetta Franzi

Entra aquí para ver la historia #7 – Santos Louis Martin y Zélie Guérin

Entra aquí para ver la historia #8 – Beata Victoria Rasoamanarivo

Entra aquí para ver la historia #9 – Juan Yu Jung-Cheol y Lutgarda Yi Sun-I

Entra aquí para ver la historia #10 – María Santísima y José de Nazaret

PARA LEER MÁS VER PÁGINAS 155-174 DEL LIBRO ESPOSOS Y SANTOS: DIEZ CAMINOS DE SANTIDAD CONYUGAL (ESCRITO POR LUDMILA Y STANISLAW GRYGIEL).

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