Esposos Virtuosos. Este es el noveno post de una serie de 10. En esta serie se presenta la vida de 10 esposos con historias marcadas por un camino especial de santidad. Estas historias son presentadas en el libro Esposos y santos: Diez caminos de santidad conyugal, escrito por Ludmila y Stanislaw Grygiel. El material que se presenta consta de breves extractos del libro. Es solo una “probadita”, los invitamos a todos a seguir conociendo más de cerca a estas testigos del amor verdadero. El objetivo para compartirlo es inspirar a las parejas de novios y de esposos a seguir creciendo en virtudes y en su vida en común, a soñar y a hacer dichos sueños realidad, siempre de la mano de Dios, haciendo su voluntad.
Durante nuestro noviazgo deseábamos conocer historias nuevas de esposos santos y se nos hizo un poco difícil lograrlo pues no encontramos mucho material relacionado con parejas más modernas y que no fueran de los primeros siglos de la era cristiana. Pero, por providencia divina descubrimos este libro en la Librería Paulinas Puerto Rico. Son 10 historias impactantes, reales e inspiradoras. Algunos de ellos no están canonizados, sin embargo, muestran un testimonio digno de conocer y compartir. Anhelamos que los inspiren tanto como a nosotros. #SeamosVirtuosos
Juan Yu Jung-Cheol y Lutgarda Yi Sun-I
El escrito de esta historia en el libro es redactado por S. E. Monseñor You Heung-Sik Lázaro (Arzobispo de Daejeon, Corea del Sur. Miembro de la Comisión para la promoción de las causas de los santos de la Conferencia Episcopal de Corea).
Al comienzo de la historia de la Iglesia en Corea, durante una de las primeras persecuciones, entre tantas vicisitudes conmovedoras de fieles y de mártires, encontramos el testimonio de fe de matrimonios que nos interpelan sobre el valor de la vida consagrada junto a la conyugal. Se debe destacar que la fundación de la Iglesia Católica en Corea se debe en gran parte a los laicos. De hecho, se ha tenido conocimiento de la existencia de dos parejas coreanas que vivieron su virginidad en la vida matrimonial: las llamamos por ello parejas virginales. Una es la de Lutgarda Yi Sun-I y Juan Yu Jung-Cheol, la otra es la de Teresa Kwon y Pedro Cho-Suk. Aquí hablaremos del matrimonio de Lutgarda y Juan. Contemplaremos la palabra que el Señor ha querido y quiere todavía transmitirnos a través de su testimonio.
Coreanos. Esposos, vírgenes y mártires.
Juan: (1779-1801) Nació en Chonami cerca de la ciudad de Jeonju. Fue primogénito de seis hijos. Recibió la Primera Comunión en 1795, a los 16 años de edad. Inmediatamente después confió a don Ju Mun-Mo (sacerdote chino y primer misionero extranjero en la historia de la Iglesia en Corea) y a su padre la decisión de vivir en virginidad. Era un chico inteligente, dotado de un corazón sincero y candoroso, de una fe sólida y una caridad ardiente.
Lutgarda: (1782-1801) Nació en Seúl. Tuvo dos hermanos que también fueron martirizados. Su padre los condujo a la fe cristiana. Fue bautizada, junto a su padre, cuando todavía era pequeña, recibiendo el nombre de Lutgarda. Gracias a la fe que se vivió en su familia, lo que deseaba ella no era otra cosa que ofrecer su corazón al Señor Jesucristo, renunciando completamente a los placeres y a la gloria de la vida mundana. Recibió la Primera Comunión a sus trece años. A partir de entonces, ya desde la preparación al sacramento, Lutgarda tuvo en su corazón un solo deseo: permanecer siempre virgen, para poder amar en plenitud solo al Señor, revistiendo su propia alma de las virtudes cristianas, la fe, la esperanza y la caridad.
Noviazgo:
Don Ju Mun-Mo había custodiado en su corazón el proyecto de estos dos jóvenes, esperando que madurase y se consolidase el ardor de su corazón por Dios. Las circunstancias en ese tiempo no eran todavía favorables. Habría sido un escándalo para toda la familia e incluso para todo el país el que alguien se consagrase en virginidad. En tal situación, don Ju Mun-Mo, junto con los familiares de Lutgarda y de Juan, debieron encontrar un modo para que los dos jóvenes pudieran protegerse a sí mismos y realizar al mismo tiempo la llamada a consagrarse como vírgenes.
Don Jun Mun-Mo encontró una solución un tanto singular y que a los ojos de tantos podría resultar también problemática: organizar un matrimonio entre Lutgarda y Juan con el fin de conservar su virginidad, esto es, casarse y vivir juntos como hermano y hermana. Sin embargo, había otro problema: que el matrimonio entre personas de distintas clases sociales no era aceptado. Ella provenía de una familia real de la dinastía de la época y él pertenecía a una familia de clase bastante noble, pero inferior a la real. Sin embargo, la fe de los padres de ambos pudo hacer posible aquel matrimonio.
Fecha de boda:
En el año 1797. Hubo ceremonia de matrimonio con voto de virginidad, un pacto que vivirían hasta la muerte como hermano y hermana.
Matrimonio:
Desde 1797 hasta su arresto y encarcelación en 1801, durante 4 años, Lutgarda y Juan vivieron su virginidad en la vida matrimonial, alcanzando una unión elevada de los corazones como un matrimonio virginal.
“Puede surgir una pregunta relativa al sacramento del matrimonio: ¿esta elección no constituye una violación de la integridad de lo que supone el sacramento del matrimonio?” … “Aunque las modalidades de vida a través de las cuales estas dos vocaciones se acercan a la plenitud del don no son idénticas, las características propias del camino vocacional de cada una no se contradicen. Es más, sucede precisamente lo contrario. A pesar de su diversidad, las dos vocaciones testimonian de modo diverso la verdad común de nuestra fe, que debe ser conforme a un único fin. Por esto, a la luz de la verdad común de nuestra fe, que debe ser el objeto final de la vida, vivir en plenitud una de las dos vocaciones no podrá nunca contradecir a la otra. Se podría, por tanto, afirmar que nuestros dos vírgenes vivieron en plenitud también su matrimonio en su sentido último y escatológico”.
“Somos conscientes de que, en sentido estricto y en honor a la verdad de los hechos, no podemos exaltar meramente el matrimonio de Lutgarda y Juan como modelo perfecto de aquellos que son llamados a vivir la vocación matrimonial. No obstante, también es cierto que este matrimonio, considerado en perspectiva escatológica, es un testimonio que nos invita a contemplar aquel objetivo último de nuestra vocación al que todos los hombres estamos llamados de un modo o de otro, que es la comunión con el Señor para gloria de Dios Padre, precisamente como lo vivieron la santísima Madre Virgen María y su castísimo esposo San José.
Vivimos en una época en la que la Iglesia y la sociedad afrontan grandes dificultades por los numerosísimos problemas debidos a la destrucción de la familia: las rupturas demasiado fáciles de las promesas conyugales, el aumento de los divorcios, las confusiones y los desórdenes en temas de moral sexual, etcétera. En este contexto, nuestros dos vírgenes y esposos son un gran ejemplo no sólo para los matrimonios de hoy, sino también para todos los cristianos que vivimos en esta situación difícil. Con el fin de amar mejor a Jesús, incluso en la dificultad de las persecuciones, Lutgarda y Juan, la pareja virginal, realizó el auténtico sentido de las promesas del matrimonio”.
Datos curiosos:
No faltaron las tentaciones humanas en cuanto a romper el juramento de virginidad que habían hecho. Sin embargo, se dice en el texto: ” Lutgarda y Juan consiguieron superar las tentaciones con la ayuda del Señor”.
Nuestra experiencia al conocer la vida de Juan y Lutgarda
Este testimonio es uno muy particular y especial. Es un caso no común en lo que se vive en la vida matrimonial. Sin embargo, arroja luz al hecho de que todos los esposos estamos llamados a llevar a cabo lo que prometimos: “Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida”. Lutgarda y Juan cumplieron la promesa en este sentido, apoyándose en amor auténtico (no en el amor romántico o de “novelas”) y en su voto de virginidad hasta el martirio. Podemos ver en ellos un ejemplo de pureza en las relaciones cotidianas y en la realidad de que al morir el amor humano se transformará según el plan de Dios para sus hijos.
Entra aquí para ver la historia #1 – Raisa y Jacques Maritain
Entra aquí para ver la historia #2 – Luigi y María Beltrame Quattrocchi
Entra aquí para ver la historia #3 – Gianna Beretta Molla y Pietro Molla
Entra aquí para ver la historia #4 – Franz y Franziska Jagerstatter
Entra aquí para ver la historia #5 – Wiktoria y Józef Ulma
Entra aquí para ver la historia #6 – Giovanni Gheddo y Rosetta Franzi
Entra aquí para ver la historia #7 – Santos Louis Martin y Zélie Guérin
Entra aquí para ver la historia #8 – Beata Victoria Rasoamanarivo
Entra aquí para ver la historia #9 – Juan Yu Jung-Cheol y Lutgarda Yi Sun-I
Entra aquí para ver la historia #10 – María Santísima y José de Nazaret
PARA LEER MÁS VER PÁGINAS 175-188 DEL LIBRO ESPOSOS Y SANTOS: DIEZ CAMINOS DE SANTIDAD CONYUGAL (ESCRITO POR LUDMILA Y STANISLAW GRYGIEL).